Tuve cuatro perros, tres hamsters, tres babas, algunos peces, una tortuga, un conejo, una gallina, varios pollitos verdes y varios violeta, tres ranitas, media tragavenado, un loro, tres pericos, un canario y a mi primer novio.
De los recuerdos de mi infancia sobreviven algunas imágenes intactas como las fiestas en casa de mi abuela Ana en el Cementerio, la primera vez que visité la casa de mi abuela Josefa en Cúcuta, el gato de mi abuelo Moisés, una mecedora y muchas matas, los pastichos de mi Nono Ninucho y las panquecas de mi tía Hortensia. El color verde que reflejaban los vidrios de la casa de las monjitas del colegio San Ignacio, su pajarera, mi triciclo, la sala de teatro que se convirtió en cine para pasar mi clásico “Travesuras de una bruja quinceañera”, la mata de mamón donde todos me miraban mientras me mecía para tomar un racimo y el carrito que cortaba el césped conducido por el Sr. Guerrero “Colombia”. De la quinta Cero a Cero donde funcionaba la revista Los Criollitos de Venezuela y para la cual mi mamá trabajaba… recuerdo El sofá de cuero en la oficina de Rojas, la pastita que me preparaba mamá, el olor a mango que había en la quinta, las computadoras de pantalla chiquitas y color beige, el cabello largo y oscuro de mi mami cuando me llevaba a comer un dulcito en La Danubio. Los paseos por el Parque del Este, los árboles, el trencito y los vendedores de juguetes que se apostaban en la entrada con sus tarantines psicodélicos. Mi piñata en el parque con torta incluida, mi papá jugando como si tuviera mi edad.
Tantos recuerdo que vienen y van, otros que no se explicar; entre los sucesos mas destacados de mi vida esta el descubrimiento de la muerte, de la toalla sanitaria, las hormonas, el vaporcito, la amistad, la competencia, decir que no, lamentar no haber recordado decir que no, el vicio por el vicio, el odio y finalmente que soy humana y que eso resumía lo anterior.
Quizás no parezca extraña mi infancia y de hecho no lo es, lo que si es particular es el recuerdo de las sensaciones, de mis sensaciones. Me acostumbre a no jugar con niños de mi edad, me acostumbre a tener hermanos sustancialmente mayores y padres trabajadores, termine siendo mas mental que física, prefería estar a solas que en grupo, prefería callar, extrañamente amaba callar, me gustaba hacer preguntas pero me molestaba dar respuestas. Creía que debajo del árbol de navidad se detenía el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario